jueves, 18 de febrero de 2016

Sensaciones Perdidas - My Apassionate Wind

 Era un día nublado y húmedo, el rocío de la madrugada y una suave neblina, una leve lluvia había cubierto la ciudad la noche anterior. A la pequeña niña de siete años de edad se le había dicho que irían con su familia a una reunión muy importante porque sus padres debían hablar con el jefe de un gran santuario. Ella no quería salir de la mansión, su hogar, prefería ensuciarse en su jardín jugando con su nuevo cachorro pero ella también tenía que conocer a ese hombre.  
  Al bajar de la limusina su madre la alzó en sus brazos y la mujer caminó junto a su padre y el guardaespaldas. La niña observaba atentamente el lugar a donde había llegado. Había muchas plantas y aves coloridas, al instante quiso jugar allí. 
—Señor, ¿Está seguro que debimos traer a su hija? —le preguntó el guardaespaldas al padre de la niña—. Quiero decir, es su decisión pero tal vez sea peligroso. Este lugar me da escalofríos, puede que sea una trampa.
  El querido padre de familia observó al preocupado hombre y le regaló una sonrisa comprensiva. Él sabía que para aparentar confianza en la reunión, y demostrar que su familia tal vez podría ser controlada, debía mostrar tal transparencia como para poder llevar a su esposa y a su última hija sin más protección que un simple pero leal guardaespaldas.
—No te asustes, amigo mío. Yo lo tengo bajo control. Además ¿Qué es una simple secta? No dejaré que le ocurra nada a mi familia, y de eso se trata.
  Los invitados subieron las escaleras de aquel antiguo santuario cuando una bonita y joven morena los recibió en la entrada: una enorme puerta de madera que llevaría a un gran salón principal, pero la reunión no sería allí. La reunión seria bajo tierra, literalmente.
—Siéntanse bienvenidos al hogar de mi tío, es un placer conocerlos.
  La joven hizo una sutil reverencia dirigida a los invitados. Mientras entraron al salón principal y recorrieron unos pasillos. La niña no dijo ni una sola palabra porque su madre le había enseñado modales al ir de visita. Si hacia algo incorrecto no habría chocolate por la tarde. Así que con sus grandes ojos color miel tan solo observó el lugar. Había un patio exterior con suelo realizado en madera, muy extenso. También había dos personas vestidas con ropas holgadas de color crema meditando de pie, haciendo formas raras con el cuerpo, profundamente concentradas. En las paredes que se comunicaban con el exterior crecía musgo y enredaderas de pared, se apreciaba una gran fuente en medio del patio.
—Primero señora, llevaremos a la niña a un lugar de recreación. En algún momento, mi tío en  persona querrá verla para apreciarla. Pero nosotros antes iremos a la presentación.
  La madre de Sora por instinto protector, acercó aún más el cuerpo de su hija al suyo, y miró a su marido. 
—Señora su hija estará bien. —La chica reacciono primero.
  Su esposo le había comunicado lo que estaba en juego, así que besó a la niña y se la entregó a la joven. Cuando ella se percató del movimiento de su madre, empezó a lloriquear como una malcriada, estirando sus brazos hacia su madre y comenzó a empujar a la joven con sus pies mientras cambiaba de posición, lloriqueando, hasta que quedó boca abajo y vio la imagen de sus padres alejarse a un ritmo acelerado. 
  Sus padres no estaban, se cerró una puerta, y la joven habló.
—En aquel lugar hay un jardín, ve a jugar un rato y no estorbes. 
  Se cerró la puerta bruscamente, pero en aquel lugar había pájaros y eso le gustaba. Corrió por el jardín persiguiendo aves amarillas, rojas, verdes, y azules por un corto periodo de tiempo. Cuando se fatigo, se relajó en el pasto mientras miraba aquel cielo gris.

  1 HORA O MUCHAS NUBES ABURRIDAS DESPUÉS...

  Sus padres no estaban, la chica grosera tampoco, las aves le tenían miedo y se alejaban, así que decidió caminar por el jardín.
  Era bonito, había flores de muchos colores. Olió las plantas y los arbustos, siguió un camino de piedras. Estaba ocupada mirando a las trabajadoras hormigas en el suelo cuando escuchó un lloriqueo.
  Pensó que era la única allí, pero también había un niño llorando. Buscó el origen del triste y amargo sonido en un pequeño laberinto de arbustos y en el centro lo encontró.
  Tenía mocos saliendo de su nariz y lágrimas que recorrían su rostro, su calzado estaba hundido en manchas de barro, tenía muchas pecas coloradas en el rostro y el pelo más rojo que había visto en sus tiempos de juego. El color rojo le recordó a las aves que ella perseguía. El niño parecía de su edad.
  El pelirrojo la descubrió mirándolo y se exaltó. Se levantó de repente y dijo:
 ¿Quién eres tú?, ¿Qué haces aquí?
  Las lágrimas seguían naciendo de sus ojos verdes. Ella dio un paso hacia atrás al escuchar el grito del niño.
—Al menos yo no estoy llorando —le contestó. Se defendió como naturalmente veía a su madre actuar con su padre, pero no quería ver llorar a aquel niño— ¿Quieres jugar?
  El niño pelirrojo se sorprendió por la pregunta.
—Me dijeron... que no puedo jugar. Lo siento. 
—Eso es malo. 
  La niña pensó sobre la respuesta del niño.
—Con mis hermanos juego mucho, ellos sonríen y hacen cosas que hacen reír a mis papás.
  El niño se secó las lágrimas con sus mangas, estaba sentado en el suelo, no quería ver a nadie a los ojos, por lo que observó a su izquierda, evitando cualquier contacto.
—¿Te gusta la gente así?
  Observo a la niña a los ojos y sonrió. Ella también soltó su mejor sonrisa.
—Sí. Me gustan. 
  Se escuchó una puerta abrirse y una mujer al instante apareció, la tomó de la mano y prácticamente la arrastro con ella mientras le decía al niño
—Tu padre querrá hablar contigo de nuevo, no está nada bien molestar a los estudiantes. Yo llevaré a la niña con sus padres. 
  La niña miro hacia atrás, observo al pequeño pelirrojo que tenia la mano derecha levantada en modo de saludo. No supo reaccionar a aquel gesto. Sintió un dolor en su pecho, no quería irse de allí.
  Perdida en sus pensamientos, llego a brazos de su padre, y se sintió a salvo.
— Es una preciosa pequeña.
  La voz provenía de un hombre vestido con una túnica verde. Aunque su túnica fuera de ese color, intimidaba. Reconoció el mismo cabello rojo que el niño, pero este lucia sin vida.
—Gracias —le respondió el padre de Sora—. Es un placer para mí renovar el tratado entre familias y estar al tanto de la situación. No dude en avisarnos si ocurre algo.
  Su padre actuaba con decisión frente al aire de tensión que había en la sala.
—Estaré ocupado ahora por lo que agradecería si podrían partir de mi hogar ahora. 
—Con mucho gusto.
  Sin más que decir, los visitantes salieron del interior del santuario, recorrieron los pasillos y la entrada, y se dirigieron a la limusina. Al entrar en ella la madre habló, estaba sentada a su lado. 
—Espero nunca más venir a este lugar —parecía disgustada—. Siento que está mal no decirle a nuestros hijos todo este drama. 
—Es para su protección. Proteger a la familia es mi prioridad. Arranca.
  La limusina arranco rápido y Sora se arrimó a la ventanilla, mirando cómo se alejaba de ese lugar cargado de emociones. Falsedad, mentiras y dolor, traían consigo también la paz de conocer a alguien. Humedad, lluvia, aves coloridas, cabello rojo y una sonrisa tan sutil y especial. 
  Esas eran las sensaciones y los recuerdos que ella perdería durante mucho tiempo hasta volverlos a encontrar. 

lunes, 8 de febrero de 2016

El material de una tormenta - My Apassionate Wind

 Su volumen de voz aumentaba mientras su cuerpo comenzaba a sudar, su rostro se volvía rojo por la ira y caminaba sin rumbo por la habitación. Estos gestos que él desprendía me envolvían en tensión.  Nunca me había importado tanto la reacción de una persona a las decisiones que yo tomaba. Excepto con él, no quería que estuviera enojado conmigo. 
 - ¡No vas a olvidarme! Lo sé. No después de todo lo que pasamos juntos. ¿O es que ni siquiera te importo como aliado? 
 Su voz sonaba con convicción sobre lo que mi memoria no podía lograr. Pero con duda y tristeza hacia mi anhelo por él. Quería saber la verdad de todo entre nosotros. A él no le importaba recibir una bala ahora y sangrar luego con tal de saber lo que mi corazón quería. No quería mentirle a él, no cuando ambos parecíamos tan miserables. 
 - Solo los dioses saben cuánto me importas, y te aseguro que están asustados por ello. Nunca podría olvidarte, pero te superare con el tiempo y seguiré adelante.
 Dejo de balancearse al escuchar mis palabras y me observó seriamente. 
 - Eso es todo lo que soy para ti ¿no? Solo una tormenta pasajera. 
 Quería golpearle en la cara muy fuerte, cuando quería el idiota podía ser muy irritante.  Si yo le decía que estaba enamorada de él, me convencería que lo intentemos, se acercaría, me besaría y yo me dejaría llevar. Una parte de mi quería tenerlo pero la otra parte sabe que de esta forma estará a salvo. Sabe que él es tan fuerte como yo o más para poder superarme. Así que le dije lo que él seria y lo que me gustaría ser si me superaba. Ya que estamos hechos del mismo material. 
 - Serias una hermosa tormenta que me hizo despertar.